CAPÍTULO 1
(Tres
años atrás, una fría noche de Noviembre)
Se
deja caer en el suelo y empieza a llorar. No le importa derramar
lágrimas por alguien que no se las merece. Sólo quiere
soltar todo lo que lleva dentro. Sigue llorando. Para de vez en
cuando para respirar y coger el aire que le hacen falta a sus
pulmones. Respira forzosamente. Las lágrimas en sus ojos le
impiden ver con claridad. Cierra los ojos y apoya la espalda en el
mueble viejo de aquel baño. Coloca las piernas flexionadas, y
en un intento de desaparecer del todo, esconde su cara en sus
rodillas. Vuelve a llorar. Esta vez mucho más fuerte.
—¡Te
dije que llegaría tarde! —vuelve a gritar John.
—Tu
hija y yo hemos estado esperándote. Hoy es su cumpleaños
¡Cumple catorce años, John! —grita desesperada —Y tú
ni siquiera has estado aquí. Tu hija no ha podido celebrarlo
contigo. ¡Con su padre!
—No
quiero oírte —se sienta en el sofá.
El
alcohol le sube rápido, y la cabeza le empieza a dar vueltas.
Le da una patada a la mesa, que está en frente del sofá.
Elísabet le mire atónita. No entiende como ese hombre,
del que estaba enamorada, ha cambiado tanto. Se levanta del sofá
y se acerca a ella. Está muy furioso, y la bienvenida que ha
recibido no le ha gustado.
—Contrólate,
John. No quiero que las cosas acaben como la última vez
—levanta la voz. Intenta mostrarse firme. No quiere que vuelva a
ocurrir.
—Me
controlaré si me da la gana. ¡No me digas lo que tengo
que hacer! ¡No se te ocurra hacerlo! —grita enfurecido. La
coge de los brazos y la golpea contra la pared —¿Tanto
significa el cumpleaños de esa cría? ¡¿Tanto
para que me tengas que hablar así?! —la golpea con más
fuerza. Ella grita de dolor —¡Contesta! ¿Tan
importante es ella como para quererla más que a mí?
—Elísabet intenta zafarse.
—Ella
es tu hija, John. ¡Es tu hija! ¡No es una cualquiera!
—¡Para
mí si! Ella no es nada. ¡¿Te queda claro?!
¡Malena no es nada!
Las
lágrimas de dolor y rabia envuelven las mejillas de Elísabet.
No puede creer que haya dicho eso. Reza para que su hija siga
durmiendo y no haya oído nada. Su hija, Malena. Un escozor le
quema por dentro. No quiere que ella escuche nada. No quiere que ella
se de cuenta. Ella, que es lo mejor que la ha pasado en la vida. El
regalo más grande. La única persona que es capaz de
alegrarle con su sonrisa. La hace tan feliz. La quiere como a su
propia vida. Es más, ella es su vida entera. Por ella ha
renunciado a muchas cosas. Pero no se arrepienta de ninguna decisión.
Ella, su preciosa hija.
Jonh
no es capaz de controlar toda la rabia que lleva dentro, y la golpea.
Una vez más. Otra. Por cada golpe se siente más fuerte.
El último golpe le ha hecho daño, pero no decide parar.
Vuelve a golpearla. Siente que la rabia desaparece pero no es capaz
de controlarse. Otro golpe. Elísabet tiene la cara cubierta de
sangre. No le importa. El amor que sentía hacia ella; todo ese
amor que hacía que su corazón palpitara tan rápido
nada más verla. Todo ese mismo amor se ha convertido en rabia.
Y esa rabia se ha convertido en dolor.
—¡Mamá!
¡¿Qué estás haciendo con ella?! —grita
la pequeña de la casa al salir del pasillo. Se lleva las manos
a la boca y grita horrorizada —¡Déjala en paz, déjala!
John
deja de golpear a Elísabet, y gira la vista al oír la
voz de Malena. Se queda parado. Tiene manchas de sangre en las manos.
Su mujer sigue en el suelo, no parece abrir los ojos. Malena le mira
con rabia y dolor en sus ojos. Sin pensarlo dos veces, huye. Echa a
correr. Baja por las escaleras de aquel piso. Sale a la calle y sigue
corriendo. No mira atrás. La sangre en las manos y un poco de
ella esparcida en su cara, hace que las personas que caminan por la
calle se asusten al verle.
—Mamá,
por favor... —no es capaz de controlar las lágrimas de sus
ojos. Está apoyada a su lado —No me dejes. No quiero estar
sola. No quiero estar sin ti...
Ha
visto como John ha desaparecido. Se seca las lágrimas
con la otra mano y vuelve la vista hacia su madre. Sigue en el suelo.
—M.a.len.a
—consigue hablar en un susurro —Tod.o va a est.a.r b.ie.n —le
aprieta con fuerza la mano. Quiere creer que su madre lleva razón.
Elísabet abre con lentitud sus ojos. Se encuentra con los de
su hija, y hace una pequeña mueca sonriendo —Vam.os a est.ar
bien.
—Ese
mal nacido no volverá a hacerte nada. No volverá a
verte, ni a mí tampoco —habla Malena con seriedad. La rabia
y el dolor la vuelven a invadir al pensar en él —Vamos a
estar bien —y las dos muestran sus sonrisas.
Malena
ha estado con su madre las veinticuatro horas del día
siguiente. Los médicos les dan esperanzas. Ella cree que puede
salir de todo esto y empezar una vida nueva. Pero quiere empezarla
junto a su madre. Por la noche tienen que llevarse a Elísabet
al quirófano. Ha surgido un grave problema. Ella mantiene la
gran esperanza de que en un momento a otro, saldrá alguien
para decirle que su madre está bien. Y que pronto podrán
salir del Hospital. Pero al cabo de veinte minutos la mala noticia
llega a los oídos de Malena: los médicos no han podido
hacer nada.
Destrozada
y hundida llora durante largos minutos, grita de dolor, golpea las
cosas por rabia. Su madre ha muerto y ella no ha podido hacer nada.
El causante de su muerte es John, lo tiene claro. Quién
debería haber muerto es él. Ella no merecía
acabar así. Elísabet, su madre, no se merecía
esto. No acepta la idea de que su madre se ha ido, no sin ella. No
dejándola a ella sola. No después de haber oído
sus últimas palabras: <<vamos a estar bien>>.
Creyó que llegarían a estar bien y a ser felices.
Sus ojos vuelven a cerrarse, mostrando nuevas lágrimas correr
pos sus blanquecinas mejillas. Un grito ahogado, de donde sale el
dolor que lleva dentro.
—¿Cómo
voy a ser capaz de seguir? Tú eras lo único que tenía,
mamá. Y ya no estás —esconde su cara entre sus
rodillas y coloca sus manos en su cabeza.
Nuevas
lágrimas que hacen que su dolor se intensifique más, y
que sus ojos se hinchen y se conviertan en un color rojo. No consigue
recordar un día en el que haya llorado tanto como en ese mismo
instante, aún teniendo las grandes discusiones de sus padres
en casa. Aún habiendo oído las súplicas de su
madre y los gritos de dolor después de que John volviera a
pegarla. Ninguna de esas noches han sido tan dolorosas como ésa
misma. Nunca ha echado de menos a alguien, salvo ahora mismo.
Bueno... pues empiezo.
ResponderEliminarEl capítulo me ha gustado, muchas emociones y varias situaciones fuertes, que has sabido captar con sutileza hasta cierto punto, cosa que me ha gustado. Además, has plasmado muy bien las sensaciones y sentimientos de los personajes, y eso me ha gustado todavía más. Conforme iba terminando de leer el capítulo estaba como "no, no, no, que no se acabe, que quiero leer más".
Espero que subas pronto, porque me ha gustado mucho, y ah, cuenta conmigo como lectora.
Es la primera vez que leo una fic de Justin, y tiene buena pinta.
Respecto a lo que has puesto en mi blog... sabía que habías dejado de leerla, me había percatado de tu ausencia, pero como a mí me dejó de gustar, entendía que a ti te hubiera pasado igual. No te disculpes, me alegra que la gente sea sincera. Yo misma lo he sido diciendo que había comenzado a odiar escribir para esa fic.
Sigue así, eres muy buena escribiendo. Un beso.
PD: Supongo que ya sabrás que soy @theghost0fyou.